La vida en estos días gira en gran medida en torno a la productividad. Ya sea que desees alcanzar el éxito en la vida, trabajar mejor o ser más eficiente, en el momento en que investigues el tema, verás que la filosofía corporativa de la productividad, con sus métodos y clichés, siempre resonará en todos los artículos y videos que encuentres.
Como sabes, no es bueno ir a los extremos, y necesitas recordar el cuidado personal adecuado en la búsqueda de ser superproductivo. La productividad, sin embargo, es una cualidad que vale la pena cultivar. Se ve influenciada, entre otros, por la inteligencia emocional.
El término se utilizó por primera vez en 1990, cuando Peter Salovey y John Mayer definieron el fenómeno, permitiendo que se desarrollara con el tiempo. Los investigadores notaron que la capacidad de entender a otras personas y simpatizar con ellas tiene un gran impacto en el funcionamiento de una persona en la sociedad. Esto se debe a que facilita la comunicación, lo que a su vez afecta las buenas relaciones con otros miembros de la sociedad.
La inteligencia emocional (IE) no debe confundirse con el coeficiente intelectual (CI). Casi el 60% de los empleadores no contratarían a alguien con un CI alto pero con una IE baja. Además, el 80% de los empleados considera que la inteligencia emocional es un factor clave en su desarrollo profesional.
Entonces, ¿qué es esta inteligencia emocional que suena tan misteriosa? En pocas palabras, la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer los propios sentimientos para motivar y gestionar las emociones que tenemos hacia nosotros mismos y las personas que nos rodean.
Los elementos que componen la inteligencia emocional:
A primera vista, puedes notar que desarrollar estos 5 factores mencionados anteriormente puede ayudarte efectivamente a aumentar tu productividad. Probablemente lo asocies con, ya sea de las redes sociales o de un círculo cerrado, personas que llevan vidas como si estuvieran en películas americanas. Carrera, familia, autodesarrollo, placer: son capaces de encontrar tiempo para todo y a veces te preguntas si tienen poderes sobrenaturales o si hay algo mal contigo. ¡Ninguna de las respuestas es correcta!
Lo más probable es que estas personas simplemente tengan una inteligencia emocional y motivación altamente desarrolladas. Esto les permite establecer y alcanzar sus objetivos más rápido, lo que los hace más exitosos. Además, la IE mejora la comunicación interpersonal y afecta tu rendimiento en el trabajo, el liderazgo y el sentido general de felicidad en la vida.
Para muchas personas, la búsqueda de la máxima productividad resulta en estrés y en analizar cada uno de sus movimientos, lo que definitivamente los aparta de los resultados esperados.
La frustración constante no facilita la efectividad; en este punto, es importante darse cuenta de que solo a través de una mayor conciencia de las emociones, tanto las nuestras como las de las personas que nos rodean, podemos influir en nuestra productividad. La inteligencia emocional es un valor que nos ayudará a lograr nuestras acciones previstas y expandir nuestro potencial. Solo hay una condición: tienes que practicar.
Desarrollar la inteligencia emocional no sucede de la noche a la mañana. Para impactar positivamente tu productividad y autoorganización, primero debes organizar tus pensamientos y emociones, aprender a distinguirlas y controlarlas.
Escucha a tu cuerpo: si sientes que estás asumiendo demasiado, detente y descansa. Intenta conectar tus emociones con los pensamientos que están surgiendo. La meditación, por ejemplo, que puedes practicar cada mañana o noche, ayuda. También considera llevar un diario de tus pensamientos; esto te ayudará a entender mejor tus comportamientos y las emociones que los acompañan.
La asertividad, que se desarrolla a medida que aumenta la inteligencia emocional, también tiene un gran impacto en la productividad. El control sobre tus decisiones y no dejarte influenciar por otras personas es clave. Gracias a esto, no desperdiciamos tiempo en cosas que no queremos hacer y podemos distinguir aquellas que serán ineficaces. Igualmente importante es el feedback: pide opiniones y críticas constructivas a tus amigos y colegas. Ser consciente de tus acciones y sus efectos facilitará entenderlas y desarrollar hábitos positivos.
No te desanimes si no sientes un aumento en la productividad de inmediato; desarrollar la inteligencia emocional no es algo que se haga de una vez, sino una experiencia de aprendizaje continua y un trabajo en nuestras emociones y comportamientos. Tarde o temprano, comenzarás a notar que eres más consciente de ti mismo y tomarás decisiones de acuerdo a cómo te sientes. Una mayor comprensión de ti mismo tendrá un impacto positivo en la comunicación con las personas y la empatía. Esto, a su vez, lleva a la eliminación de factores que se interponen en tu alta productividad.
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Como Gerente de Proyectos, Caroline es experta en encontrar nuevos métodos para diseñar los mejores flujos de trabajo y optimizar procesos. Sus habilidades organizativas y su capacidad para trabajar bajo presión de tiempo la convierten en la mejor persona para hacer realidad proyectos complicados.
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