La productividad puede ser, se podría decir con una gran sonrisa, muy “fluida”. Probablemente incluso los más fervientes defensores del trabajo duro al menos una vez en sus vidas se han desviado y se han vuelto perezosos dejando las tareas para el último minuto. En el artículo de hoy, echaremos un vistazo más de cerca a la Ley de Parkinson.
El nombre “Ley de Parkinson” proviene, como adivinaste, de Cyril Northcote Parkinson, un historiador británico. El académico presentó una tesis después de observar un fenómeno extraño. Vio un crecimiento cada vez mayor en el número de funcionarios públicos empleados en la administración pública, independientemente del tipo de trabajo que se debía realizar y cuántas tareas debían completarse en un tiempo determinado.
La tesis, tomada literalmente, era “El trabajo se expande para llenar el tiempo disponible para su finalización.” La tesis fue desarrollada más tarde por su autor. Originalmente se pretendía como una broma, una burla a la burocracia. Mostró en un espejo distorsionado las causas y efectos de la expansión de la “papelería”. Dejando de lado la teoría y las bromas, ¿cómo se traduce la Ley de Parkinson en la práctica en un aumento de la productividad?
La clave del éxito es, digámoslo así, desperdiciar conscientemente y rigurosamente “el tiempo“ dedicado a una tarea determinada. Se argumenta comúnmente que saber cuánto tiempo se ha desperdiciado, de facto, resulta ser muy útil.
Una vez que hayas analizado qué actividades son redundantes y consumen tiempo innecesariamente, puedes concentrarte en programar solo aquellas actividades que son absolutamente necesarias. Así que antes de comenzar un proyecto en particular, es una buena idea pensar en los posibles “devoradores de tiempo” que puedes eliminar de inmediato.
Entre las sucesivas etapas del trabajo, vale la pena distinguir tres:
Posponer repetidamente las tareas “para después” puede desencadenar un círculo vicioso. Un empleado sigue posponiendo el tiempo o incluso la fecha de una tarea hasta que finalmente no tiene tiempo para hacerla. Las tareas pospuestas se acumulan hasta el punto de que – sumadas – no se harán en absoluto o en el último momento posible, rápidamente, sin cuidado.
Los métodos mencionados anteriormente son solo la punta del iceberg de las necesidades que surgen al trabajar en varios proyectos. Vale la pena tenerlos en cuenta y esforzarse por mejorar a través del análisis de tales cuestiones.
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Como Gerente de Proyectos, Caroline es experta en encontrar nuevos métodos para diseñar los mejores flujos de trabajo y optimizar procesos. Sus habilidades organizativas y su capacidad para trabajar bajo presión de tiempo la convierten en la mejor persona para hacer realidad proyectos complicados.
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